Durante la colonización, los esclavos africanos se vieron obligados a ocultar su religión bajo la apariencia del catolicismo. Esto dio lugar a un sincretismo en el que los orishas fueron equiparados con santos católicos. Por ejemplo, Shangó se relaciona con Santa Bárbara, y Yemayá con la Virgen de Regla. Así nació lo que hoy conocemos como santería o Regla de Ocha.
Más allá de su dimensión espiritual, la santería ha influido profundamente en la música, el arte, el lenguaje y los valores sociales cubanos. Muchas expresiones populares, danzas tradicionales y ritmos como el batá tienen raíces directas en rituales santeros. Incluso fuera de Cuba, la santería ha logrado una expansión notable en comunidades afrodescendientes en Estados Unidos, México y Brasil.
Actualmente, la santería no es solo una práctica religiosa, sino un símbolo de resistencia, memoria cultural y conexión ancestral. Lejos de ser un simple folclore, representa una cosmovisión viva que sigue moldeando la identidad cubana.
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